James y Olivia son dos hermanos de lo más normal, que disfrutan sus vidas junto a sus papás y son de lo más felices; ambos son transexuales. Aunque pueda parecer raro, esta pareja de hermanos de Berkley, California, han hecho la transición a un género diferente del cual nacieron antes de llegar a la pubertad, contando en todo momento con el apoyo de sus padres.
Tomaron la decisión mucho más temprano de lo que se suele hacer, pero encontraron en sus padres la compresión necesaria para lograr ese cambio de la mejor manera posible. Por eso,James, el mayor, siempre responde de la misma manera a la pregunta: ¿No eres muy joven para saber que quieres ser trans de manera permanente? «¿Y tú cuando supiste que eras cisgénero?» Su historia es una oda a la libertad y no cabe duda que es bien inspiradora.
«Cada quien puede ser lo que quiera y no importa la opinión de los demás», es la reflexión que hace la pequeña Olivia cuando se le preguntan por su condición de transgénero a su corta edad. Tanto ella como su hermano James tomaron una decisión bastante complicada que afectará sus vida completamente y sus padres decidieron apoyarles desde un principio.
James hizo su transición social a los 8 años y ahora está tomando supresores hormonales para no desarrollar pechos ni llegar a menstruar. El próximo año tomará testosterona, lo que será la primera medida permanente, pues después de ese proceso no sería capaz de tener hijos. Por su parte, su hermanita Olivia hizo la transición social a los 5 años y asegura que el ejemplo de su hermano le ayudó muchísimo.
Su relación es igual a la que pueden tener cualquier par de hermanos.
«Nos solemos pelear, pero como cualquiera. Suelen ser cosas sin importancia», asegura James. Ambos llevan con mucha naturalidad su situación, asegurando estar completamente convencidos del paso que han dado. Los dos dicen que desde bien pequeños supieron que en sus vidas faltaba algo, por lo que decidieron afrontar el reto social de ser trans.
«A la primera persona que se lo dije era un amigo», cuenta James. «Pero sus padres son transfóbicos, por lo que ya no somos amigos. Él me dijo que entendía a sus padres, aunque también me entendía a mí. Igual, no vale la pena ser amigo de alguien que piense de una manera tan negativa sobre algo tan natural».
Olivia le dijo a sus padres que era trans después de que su hermano hiciera la transición.
«Teníamos dudas de que ella lo estuviera haciendo para copiar a su hermano, porque solo tenía cuatro años. Le permitimos vestir como quisiera, pero no hizo su transición social hasta que cumplió los cinco», explicó la mamá de los niños, Sara.
«Mucha gente pensó que podría estar copiando a James, lo que nos hizo dudar de si valía la pena meternos en otra transición, pero ella es así, no se puede negar», dijo la orgullosa mamá. «Para nosotros, fue más fácil con Olivia porque ya teníamos la experiencia de James».
Justamente a James no le cayó del todo bien la noticia de que su hermanita tampoco estaba de acuerdo con su género biológico, pero rápidamente lo entendió y apoyó mucho a su hermanita. «Creo que reaccioné como cualquier hermano haría. Desconfiaba. Pensaba que me estaba copiando y me puse a la defensiva porque esto de ser transgénero era algo mío. No me gustó al principio, pero luego vi que Olivia decía la verdad, que era un niña, por lo que siempre la quise ayudar», recuerda el hermano mayor.
«Muchos puden pensar que esto es sólo una fase, por eso es importante que ellos mismos sepan que en nosotros solo encontrarán amor y aceptación», continúa Sara. «Nosotros aceptaríamos que mañana nos dijeran que han cambiado de parecer y no quieren ser trans, de la misma manera que hemos aceptado que lo sean».
Sara agrega: «A menudo, les preguntamos si siguen estando convencidos de su decisión. Si siguen sintiéndose cómodos con el género que han elegido, los pronombres que usan para definirse e incluso los nombres legales que se han cambiado».
Ambos padres están felices de apoyar a sus hijos. «El hecho de que nuestros dos hijos sean trans es lo menos especial de ambos. Más allá de eso son inteligentes, graciosos, medio payasos y tienen buenos sentimientos», dice la mamá.
Es quizás en ese punto donde Olivia, la más pequeña, hace la mejor observación de este extraño –pero totalmente natural– caso: «No somos diferentes, no deberián tratarnos ni mejor ni peor que a nadie».
La comunidad LGTBI pudo celebrar por primera vez un desfile en Burkina Faso para elegir su Miss y Mister Burkina. Un paso de gigante en un lugar en el que aún se arriesgan a ser repudiados o sufrir agresiones
En un jardín privado cedido por un mandatario europeo sensibilizado con la causa LGTBI. Allí tuvo lugar en 2019, el primer concurso del orgullo trans en Uagadugú. El evento fue privado, se limitó el número de asistentes para evitar que las informaciones sobre esta fiesta circulasen por la ciudad. Solamente se podía asistir con una tarjeta de invitación entregada por los organizadores a las personas de confianza del círculo LGBTI burkinés.
El objetivo era evitar el boicot del evento o poner en riesgo la seguridad de los asistentes al recinto. Se trata de una sociedad tradicional, donde sigue primando la justicia dictada por líderes religiosos y tradicionales. Si los sectores radicales conservadores supiesen que existen este tipo de celebraciones que van en contra de la moral y religión, los asistentes podrían poner en peligro su integridad física.
Este acontecimiento que reunió a alrededor de 50 asistentes, fue una primicia en el país. Once hombres homosexuales transgénero compitieron por el premio a Miss Burkina 2019 y diez mujeres trans por el puesto al mejor Mister. Al final hubo tres finalistas que recibieron como premio el título de Miss Idahot, las siglas en inglés de Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.
Los concursantes desfilaron ante un ilusionado y festivo público, pero no pudieron acudir a la gala desde su casa ni vestidos con sus trajes de competición ni con sus pelucas o maquillaje. Travestirse en público es un acto que muy pocos en el país osan realizar ya que ello podría suponer el encarcelamiento o el linchamiento. Eventos como este, permiten a los jóvenes salir de la situación de opresión y secretismo en la que viven su día a día así como conocer a otras personas del colectivo, lo que les ayuda a no sentirse solos. En estas fiestas privadas consiguen quitarse las cadenas de la tradición y ver que pueden expresarse libremente de una forma que está absolutamente prohibida en el imaginario colectivo burkinés.
En este país no existen bares específicamente LGBTI donde poder reunirse, travestirse y ligar libremente. Si bien es cierto que en algunas discotecas más libres saben que pueden asistir y conocer a personas de su misma orientación sexual, cualquier beso o gesto de cariño podría desencadenar en un conflicto con el resto de personas heterosexuales. Así pues, estas fiestas privadas LGBTI son una válvula de escape para estos jóvenes trans.
(CNN) — El concepto de pansexualidad ha existido desde la época de Sigmund Freud, pero fue necesario que estrellas como Miley Cyrus, y más recientemente Bella Thorne lo usaran abiertamente para volverlo a poner de moda en el siglo XXI.
La palabra pansexual ha estado entre los términos más buscados en Google desde que la estrella del pop se declaró pansexual en una entrevista con la revista Paper.
Dijo “estoy abierta a todo aquello que conlleve consentimiento y que no involucre a un animal y siempre y cuando todos sean mayores de edad. Todo lo que sea legal, me parece bien. Vamos, estoy de acuerdo en intentarlo con cualquier adulto, cualquier persona mayor de 18 años que quiera amarme. No me identifico como chico o chica y no necesito que mi pareja se identifique como chico o chica”.
“Me gustan las chicas sexis, me gustan los chicos sexis”, dijo. “Me gusta lo sexi en general, ¿sabes?”, dijo por su parte Thorne.
Los expertos y los sociólogos dicen que estas descripciones resumen la interpretación contemporánea de lo pansexual, a lo que a veces se llama omnisexual. Es casi la descripción más amplia posible respecto a quién te atrae sexualmente, que es justamente lo que llama la atención de una generación más joven que se siente cómoda con la fluidez de género y a la que no le gustan mucho las etiquetas.
¿Sigues confundido? Estas son algunas pautas para comenzar.
Pansexual se refiere a la atracción sexual
El término pansexual se compone con el prefijo pan-, que significa todo y la palabra sexualidad, lo que indica que la gente que se considera pansexual no restringe su sexualidad al género opuesto (heterosexualidad), al mismo género (homosexualidad) o a los géneros binarios, hombre y mujer (bisexualidad).
El origen del término pansexual suele encontrarse en pansexualismo, término que Sigmund Freud popularizó a principios del siglo XX y que usó para describir la postura de que la mayoría de las conductas humanas derivan de los instintos sexuales, explicó Justin R. Garcia, profesor asistente de Estudios de Género e investigador del Kinsey Institute de la Universidad de Indiana, Estados Unidos.
La mayoría de los científicos conductuales de la actualidad no cree que todo lo que hacemos tiene una base sexual. Sin embargo, la obra de Freud suscitó dudas importantes respecto a la dirección de los deseos sexuales, dijo Garcia. Además, nos dio una palabra que ha evolucionado con el tiempo.
Actualmente, el término pansexual se usa para describir una atracción romántica o sexual centrada en las cualidades más que en el sexo o el género. En otras palabras, alguien que se considera pansexual es capaz de sentir atracción por varios sexos e identidades de género, dijo David Bond, vicepresidente de programas de Trevor Project, un grupo LGBT de intervención en crisis.
“Tal vez tiene qué ver con la persona por la que sientes algo o por la que te sientes atraído y esos dos factores pueden ser paralelos o diferentes”, dijo.
Pansexual es diferente de la bisexualidad
La bisexualidad se refiere a las personas que se sienten atraídos a los hombres y a las mujeres. Como son cada vez más las personas que se ubican en alguna parte del espectro entre hombres y mujeres, la pansexualidad ha surgido como una categoría que incluye a todos los demás.
“La gente lo está adoptando porque bisexual participa del género binario. La pansexualidad es una forma de superar eso y un reconocimiento personal de que hay atracciones a todo lo largo de la gama de géneros”, escribieron Patricia Johnson y Mark Michaels, autores del libro Designer Relationships: A Guide to Happy Monogamy, Positive Polyamory and Optimistic Open Relationships en un correo electrónico.
“Aunque su alcance y aplicación son amplios, también tiene la ventaja de referirse a toda una gama de atracciones en vez de aferrarse a la idea de que la atracción solo puede ser por el mismo sexo, por el sexo opuesto o por ambos. Esa cualidad incluyente le da un significado muy específico”.
Algunas personas lo prefieren sobre bisexualidad porque abarca la atracción hacia los hombres, las mujeres, las personas transgénero y las personas intersexuales (los nacidos con un sexo que no cabe en las definiciones típicas de hombre o mujer).
Sin embargo, algunos expertos en sexualidad afirman que el término bisexualidad también incluye estas categorías, así que la distinción entre pansexual y bisexual sigue abierta a discusión y no se ha llegado a un consenso respecto al término más adecuado.
Pansexual no es nuevo, pero está de moda otra vez
El término tiende a entrar en la consciencia del público a través de las celebridades y Cyrus es la que ha reclamado el título más recientemente.
La estrella del pop siguió el ejemplo de otras personas notables que recientemente se declararon pansexuales, entre ellos la personalidad transgénero de YouTube, Jazz Jennings, y la legisladora texana, Mary Gonzalez.
Los expertos atribuyen la creciente popularidad del término, particularmente entre los millenials y la generación Z, a la creciente aceptación de la diversidad sexual y de género, así como a las normas de géneroneutrales.
“Es una palabra amplia y eso se debe a que la gente quiere tener la libertad de identificarse de la forma que quiera sin que alguien más los etiquete”, dijo Michael Aaron, psicoterapeuta y terapeuta sexual.
“Tiene cierta resonancia cultural porque es muy amplia y permite gran flexibilidad y libertad de decisión”.
Las personas transgénero y de género no conforme pueden experimentar hostigamiento o discriminación por parte de personas a las que les dan miedo este tipo de identidades o que no se sienten cómodas con ellas.
¿Qué es la transfobia?
La transfobia es el miedo, el odio, la falta de aceptación o la incomodidad frente a las personas transgénero, consideradas transgénero o cuya expresión de género no se ajusta a los roles de género tradicionales. La transfobia puede impedir que las personas transgénero y de género no conforme tengan vidas plenas a salvo de daños.
La transfobia puede adoptar diferentes formas, incluidas las siguientes:
Creencias y actitudes negativas
Aversión y prejuicios contra las personas transgénero
Miedo irracional y malentendidos
Falta de aceptación o descarte de los pronombres o la identidad de género preferidos
Insultos y lenguaje despectivo
Intimidación, abuso y hasta violencia
La transfobia puede generar formas tanto sutiles como manifiestas de discriminación. Por ejemplo, es posible que a las personas transgénero (o, incluso, que se cree que lo son) se les niegue trabajo, vivienda o cuidado de la salud solo por el hecho de ser transgénero.
Algunas personas pueden tener creencias transfóbicas inculcadas por otros, incluidos padres o familiares, que fomentan ideas negativas acerca de las personas trans y que sostienen creencias estrictas sobre los roles de género tradicionales.
Algunas personas son transfóbicas por contar con información errónea —o por no tener ninguna información— sobre las identidades trans. Es posible que no sepan de los problemas de las personas trans o transgénero, o que no conozcan a una persona trans.
El estrés que causa la transfobia en las personas trans puede ser muy dañino y puede causar lo siguiente:
depresión
Miedo
Aislamiento
Sentimientos de desesperanza
Suicidio
¿Qué es la divulgación no deseada?
La divulgación no deseada es el acto de revelar la identidad transgénero o la orientación sexual de otra persona sin su consentimiento o permiso. En ocasiones, la divulgación no deseada es intencional, pero, a veces, es accidental. Sin embargo, si compartes información sobre la identidad de género de otra persona en contra de su voluntad, te arriesgas a hacerla sentir avergonzada, enojada o vulnerable. Además, puedes ponerla en riesgo de ser discriminada y de sufrir violencia.
Si alguien comparte su identidad trans contigo, recuerda que es información muy personal y que es un honor que hayan confiado en ti tanto como para contarte. Consulta siempre cuánto de esa información puedes compartir con otras personas y respeta sus deseos.
¿Dónde puedo buscar apoyo si me encuentro con transfobia?
Por lo general, las personas que son hostigadas por transfobia se sienten solas y tienen miedo de contar lo que les sucede. No deberías tener que lidiar nunca con este tipo de trato, y no estás solo.
Quiénes pueden darte apoyo:
Otras personas transgénero
Comunidades virtuales para personas transgénero
Grupos de apoyo de personas trans en un centro comunitario local de personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero y en duda
Personas cisgénero que sean aliadas de las personas trans
Organizaciones nacionales estadounidenses, como National Center for Transgender Equality (Centro Nacional para la Igualdad Transgénero), Human Rights Campaign (Campaña por los Derechos Humanos), la ACLU (American Civil Rights Union, Unión Estadounidense por las Libertades Civiles) o la GLAAD (Gay and Lesbian Alliance Against Defamation, Alianza Gay y Lésbica contra la Difamación)
Si eres estudiante, intenta buscar algún adulto en quien confíes, como un profesor o algún secretario académico, que sea un aliado.
No todas las personas viven en un lugar que tenga una secretaría académica que brinde apoyo o un centro comunitario de personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero o en duda. En ese caso, Internet puede ayudarte a encontrar comunidades virtuales y apoyo para lidiar con la transfobia y la discriminación.
Si eres joven y recibes hostigamiento transfóbico en la escuela, es importante que le digas a alguien, incluso si te da miedo. A veces, las personas jóvenes que experimentan transfobia en la escuela dejan de asistir, lo que puede afectar sus calificaciones, amistades y planes futuros. Es posible que algunas escuelas tengan una política contra el hostigamiento y la intimidación y, además, algunos estados adoptaron la Safe Schools Law (Ley de Escuelas Seguras), lo que significa que los administradores de tu escuela tienen la obligación legal de detener el hostigamiento. Si es posible, pide ayuda a algún adulto o profesor que sea un aliado de las personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero o en duda.
Si sufres la transfobia y eso te hace sentir deprimido o hace que pienses en suicidarte, hay ayuda disponible:
El drama en el estado de Indiana la semana pasada, y el debate más amplio sobre las llamadas leyes de libertad religiosa en Estados Unidos, presenta a la homosexualidad y al cristianismo como fuerzas en feroz colisión. No lo son; al menos no en varias denominaciones importantes, que han llegado a un nuevo concepto de lo que decreta y no decreta la Biblia, de lo que se puede adivinar sobre la voluntad divina y lo que no.
Y la homosexualidad y el cristianismo no tienen por qué estar en conflicto en ninguna iglesia. Es comprensible que muchos cristianos los consideren incompatibles, pero eso es un efecto no tanto de la fuerza del odio sino de la influencia de la tradición. No es fácil sacudirse creencias osificadas a lo largo de los siglos.
Pero a fin de cuentas, seguir viendo a gays, lesbianas y bisexuales como pecadores es una decisión. Es una elección. Es darle prioridad a pasajes desperdigados de textos antiguos sobre todo lo que se ha aprendido desde entonces, como si se hubiera detenido el tiempo y los avances de la ciencia y el conocimiento no significaran nada.
Es pasar por alto el grado en que todas las escrituras reflejan los prejuicios y puntos ciegos de sus respectivos autores, culturas y eras. Es elevar la obediencia acrítica por encima de la observancia inteligente, por encima de la evidencia que tenemos enfrente, pues ver honestamente a los gays, las lesbianas y los bisexuales es ver que todos somos el mismo magnífico enigma, ni más ni menos deficientes, ni más ni menos dignos.
La mayoría de los padres de chicos homosexuales se dan cuenta de esto, así como la mayoría de los hijos de padres homosexuales. Es una verdad menos ambigua que cualquier escritura, menos complicada que cualquier credo.
Así pues, nuestro debate sobre libertad religiosa debería de contemplar liberar a las religiones y a las personas religiosas de prejuicios a los que no necesitan aferrarse y que efectivamente podrían desechar, del mismo modo en que han desechado otros aspectos de la historia de su fe, cediendo como debe de ser a la ilustración de la modernidad.
“El concepto humano de lo que es pecaminoso ha cambiado con el tiempo”, señala David Gushee, cristiano evangélico que enseña ética cristiana en la Universidad Mercer. Él refuta abiertamente la censura que hace su fe a las relaciones del mismo sexo.
Por mucho tiempo, observa, “los cristianos pensaron que la esclavitud no era pecaminosa, hasta que finalmente llegaron a la conclusión de que sí lo es. Se pensaba que los anticonceptivos eran pecaminosos cuando empezaron a producirse, y ahora muy pocos protestantes y no muchos católicos lo piensan así”. Tienen un sentido evolucionado de lo que está bien y lo que está mal, aunque, advirtió, “podemos encontrar apoyo escritural de la idea de que todo el sexo debe de ser procreativo”.
Los cristianos también se han apartado de los escrituras en lo que se refiere a los roles de género. “En Estados Unidos se ha abandonado la idea de que las mujeres son de segunda clase y están subordinadas al hombre, aunque la Biblia claramente enseña eso”, señala Jimmy Creech, ex pastor de la iglesia metodista unida: él fue separado del ministerio de la iglesia por haber celebrado una unión homosexual en 1999. “Dijimos que aunque eso es parte de la cultura y la historia de la Biblia, ya no es apropiado para nosotros en la actualidad”.
La religión va a ser el último bastión y el refugio más terco de la homofobia. Dará licencia para discriminar. Hará que los adolescentes homosexuales en familias fundamentalistas agonicen sin ninguna necesidad: ¿Estoy mal? ¿Estoy condenado?
“La religión cristiana conservadora es el último baluarte contra la aceptación plena de la comunidad LGBT”, asegura Gushee. Las encuestas lo respaldan. La mayoría de los estadounidenses, incluyendo una mayoría de católicos y de judíos, apoyan la igualdad matrimonial. Pero una encuesta de 2014 del Instituto de Investigaciones de Religiones Públicas mostró que aunque 62 por ciento de los protestantes blancos de denominaciones tradicionales apoyan el matrimonio homosexual, solo 38 por ciento de los protestantes negros, 35 por ciento de los protestantes hispanos y 28 por ciento de protestantes evangélicos blancos están en favor.
Y, como he dicho anteriormente, esos protestantes evangélicos tienen un poder considerable en las primarias republicanas, por lo que hablan con voz muy fuerte en la escena política. No es por accidente que ninguno de los prominentes republicanos de los que se piensa que podrían contender por la presidencia favorece el matrimonio homosexual. Y ninguno de ellos se unió al coro generalizado de protestas por la discriminativa ley de libertad religiosa de Indiana. Ellos tienen que preocuparse por la votación de Iowa y las primarias de Carolina del Sur.
¿Podría cambiar esto? Hay un impresionante cuerpo de bibliografía, que está en rápido crecimiento, que examina la misma tradición y los textos que han moldeado la condena cristiana contra las relaciones del mismo sexo y demuestra que esos puntos de referencia fácilmente podrían entenderse de otro modo.
La versión de Gushee sobre el tema, “Changing Our Mind”, fue publicada a fines del año pasado. Además está el libro “God and the Gay Christian”, de Matthew Vines, que ha recibido una atención considerable y ha atraído a un gran público por su elocuente versión de lo que realmente comunica el Nuevo Testamento, que es en el que los evangélicos se basan y al que hacen referencia.
Evaluando sus escasas referencias a la homosexualidad, el estudioso señala que en ese tiempo no existía la consciencia de que la atracción al mismo sexo podía ser una parte fundamental de la identidad personal, o que la intimidad homosexual podría ser una expresión de amor dentro del contexto de una relaciones exteriores enriquecedora.
“Se entendía como un exceso, como la ebriedad, al que se entregaba la persona al perder el control, no como una identidad única”, me explicó Vines, agregando que el rechazo de san Pablo a las relaciones del mismo sexo, en la primera epístola a los romanos, es “parecido a su rechazo de la ebriedad y de la glotonería”.
Y Vines señala que el Nuevo Testamento, al igual que el Antiguo, delinea conductas buenas y malas que prácticamente todos consideran arcaicas e irrelevantes hoy en día. ¿Por qué considerar de otro modo la descripción de la conducta homosexual?
Creech y Mitchell Gold, destacado fabricante de muebles y filántropo gay, fundó un grupo de defensoría, Fe en América, que aspira a reparar los daños causados en personas LGBT por lo que él llama “intolerancia basada en la religión”. Gold me dijo que habría que hacer que los jerarcas religiosos “quitaran a la homosexualidad de la lista de pecados”.
Su mandamiento es valioso y está justificado. Todos nosotros, al margen de nuestras tradiciones religiosas, deberíamos saber que no está bien decirles a los gays que viven en pecado.
Así lo demuestran los proyectos que esta comunidad ha venido liderando en el posconflicto, encaminados a la construcción de una paz equitativa y diversa.
Ser lideresa o líder LGBTI en los municipios, corregimientos y veredas de Colombia es sinónimo de atreverse a visibilizar en el espacio público una orientación sexual, identidad o expresión de género diversa. Se trata de un acto reivindicatorio en lo público, donde se reclama un espacio históricamente negado y que constituye una forma de liderar la agenda de diversidad sexual y de género en estos territorios.
Son personas que no movilizan únicamente estas agendas, también hacen aportes en temas transversales para toda su comunidad, como lo son la salud, la convivencia y la cultura, entre muchos otros. El liderazgo LGBTI no es una especie de gueto. Desde este trabajo comunitario se contribuye a construir una mejor sociedad.
Infortunadamente, quienes ejercen este liderazgo han enfrentado los mismos riesgos asociados a la presencia de grupos armados ilegales y bandas criminales que afectan a otros defensores de derechos humanos, además de la discriminación proveniente de la misma fuerza pública, el Estado y la sociedad civil.
Si bien es cierto que después de la firma del acuerdo de paz en algunos territorios desaparecieron estas amenazas, en muchos otros se han mantenido o han aparecido nuevos ataques como consecuencia de la llegada de otros actores armados; basta con recordar lo ocurrido en el Bajo Cauca antioqueño y el sur de Córdoba, donde han asesinado a más de diez personas LGBTI en el último año.
A pesar de ello, el liderazgo LGBTI ha pasado de soportar las presiones moralizantes del conflicto a abrirse camino en la construcción de la paz. Es así como desde distintas experiencias territoriales (como la participación en Planeta Paz, ONG que involucra a diferentes sectores populares en la búsqueda de soluciones al conflicto en Colombia; la creación de la Plataforma LGBTI Por la Paz, que articula a organizaciones y defensores que trabajan por los derechos de esta población a nivel nacional, y los procesos de reparación colectiva que se adelantan en la comuna 8 de Medellín y en San Rafael, Antioquia), las personas LGBTI se han ratificado como constructoras de escenarios de posconflicto. Esto ha sido posible a través del ejercicio de liderazgos sociales -al lado de las mujeres, de los indígenas, afros sindicalistas y de los defensores de derechos humanos-, a veces visibles, a veces invisibles, en una voz que hoy reclama que la paz debe ser sinónimo de igualdad.
Desde Caribe Afirmativo, una organización dedicada a la defensa de los derechos de las personas LGBTI, con una perspectiva de trabajo comunitario y enfoque territorial, este esfuerzo se ha concentrado en los procesos adelantados en las Casas de Paz ubicadas en Maicao, Ciénaga, Soledad, El Carmen y Montelíbano. Todos estos fueron lugares golpeados por la violencia y marcados por la inequidad, la pobreza, el racismo y la falta de oportunidades, así como por expresiones naturalizadas de exclusión a las personas LGBTI. Hoy, en cambio, son sede de expresiones de resistencia y resiliencia de quienes se negaron a abandonar sus territorios y a ocultar su orientación sexual, identidad o expresión de género.
Tras la sigla que identifica a esta comunidad se trabaja fuertemente por reconstruir la memoria del conflicto, se reclama una verdad que reconozca las violencias contra sus miembros y se promueve el acceso a la justicia.
Artículo escrito por: Wilson Castañeda Castro,Director de Caribe Afirmativo.
El siguiente texto es una carta abierta del chef Sumito Estévez a su hija de 24 años Dumel, quien se encuentra en transición luego de vivir durante todo este tiempo como Pablo. En ella cuenta las sensaciones que atravesó y cómo experimentó el dificultoso camino de la valiente joven.
Sumito Estévez es uno de los cocineros venezolanos más reconocidos en el mundo. Hace 24 años nació su hijo a quien bautizó Pablo. Sin embargo, ahora decidió que la llamaran como verdaderamente se siente.
«A Dumel. Mi más grande amor*.
Cuando leí el comentario de Juan en su propio Facebook me asusté. Sentí un escalofrío que me impulsó a cerrar el programa. Al rato volví abrirlo, releí y lo desactivé como mi amigo de Facebook. No tanto por rabia hacia él, sino más bien con desazón. Juan es una persona bastante inteligente, alguien que aprecio. Aun así, ese día escribió ‘a esas mierdas habría que matarlas’. Una de esas ‘mierdas’ es mi hija. Mi Dumel.
Dumel fue bautizado Pablo hace 24 años. Ahora nos pide que no le digamos más Pablo. Nos pide que le digamos ella.
Ha sido dificilísimo para su madre y para mí. Pero este escrito no es sobre mí. Yo, su orgulloso padre, yo el que la ama con absoluta parcialidad, yo que la admiro mucho, yo soy simplemente el mecanismo para explicar qué significa ser transgénero no binario.
Ni siquiera estoy seguro de entender todavía quién es ahora mi hija. Pero da igual lo que yo hubiese preferido. Da igual algo que inclusive choca con algunas de mis creencias religiosas. Sólo sé que Dumel nunca ha sido una persona impulsiva, contestataria con ánimos de crear caos a su alrededor por frivolidad. Alguien que hubiese tomado una decisión por llamar la atención o por moda generacional.
Estoy absolutamente seguro de que Dumel se lo pensó un montón antes de hablar con nosotros. Y luego de hablar con ella en muchas jornadas, me puso a pensar. A revisar. A leer. Inclusive le pedí que me recomendara textos porque quiero entender.
Dumel es una alumna excepcional. Le resulta gracioso cuando afirmo que ella es una intelectual y lo niega riendo. Pero para mis parámetros lo es. Me gusta dialogar con ella, escucho con mucho cuidado lo que tiene que decirme y suele responder mis cartas con una redacción y ortografía preciosas. Ese hecho me enfrentó al primero de mis prejuicios. Me di cuenta que el que me impresionara que alguien ‘intelectual’ fuese trans significaba que en el fondo veía a los trans como personas incapaces de serlo. Me dio vergüenza darme cuenta que podía pensar así. Así ha pensado antes la humanidad de los negros (brutos e inferiores intelectualmente), de los gays (frívolos, promiscuos y sólo buenos para el arte), de las feministas (machas frígidas que nunca le ven el lado bonito a la vida), de los inmigrantes (sucios e incivilizados que sólo sirven para obreros)… pero resulta que tengo una hija que es alumna excelente y que me recomienda que me lea los textos de filosofía de Paul B. Preciado o de Judith Butler.
La historia está alfombrada de ejemplos históricos en donde hemos empujado a distintos grupos a guetos y luego nos quejamos porque en ese encierro formen comunidades. Son guetos que en lugar de buscar la manera de entenderlos, integrarlos en diálogo de comunidades o al menos tolerar, convertimos con nuestra mirada en círculos paralelos. Que los negros vivan entre negros o los blancos entre blancos y terminen por crear culturas paralelas, que los pobres vivan entre pobres en lugares lejanos olvidados por las políticas culturales del estado y luego digamos que son pobres porque les gusta serlo, que los gays se encuentren solo en bares gays porque en nuestro restaurante todo el mundo se reiría si uno le pide matrimonio a otro (ícono del romanticismo gastronómico que siempre levanta ternura), que los inmigrantes vivan en edificios gigantes de apartamentos minúsculos que terminan por ser naciones extranjeras en sí mismos para que luego digamos que no les gusta integrarse a la nación que los recibió, o que los judíos vivan en urbanizaciones de judíos; no es un triunfo humano. Todo lo contrario, es nuestra derrota como humanos.
Esta carta para mi es en extremo difícil. Sí, porque cuesta mucho contarle a tu familia, a tus amigos, a tu fraternidad religiosa, a tantos que te han escuchado hablar con frecuencia con admiración y amor sobre Pablo, que ahora tienes una hija. Otra más. Que no volverá a ser Pablo y mis dos hijas, sino mis tres hijas. Y me da rabia sentir ese pudor, porque es ella la que ha sido valiente en extremo y soy yo quien sigue poniendo el foco sobre mí. No, el protagonista de esta historia no soy yo. Tampoco ella. Es en extremo difícil además porque me enfrento a un escenario del que honestamente no sé bien qué pensar. Sólo sé que la amo.
II
¿Por qué me decidí a escribir y pedirle permiso a ella para publicarlo? Hay dos razones. Por un lado porque hace un tiempo Dumel me dijo por teléfono: ‘Papá a ti te sigue mucha gente en las redes. Quizás si escribes, otros entiendan’. En ese momento pensé que esto me sobrepasaba como para que de paso me pusiera a hacerlo público. La otra razón es porque en tiempos en que es muy mal vista la homofobia, quienes ejercen el odio usan la transfobia para expresar su frustración. El Juan amigo mío jamás escribiría hoy, refiriéndose a un gay, ojalá maten a esa mierda; pero ese Juan se sabe en territorio más seguro si su odio lo dirige a un trans.
Me decidí a escribir esto porque si consigo al menos que una persona se sensibilice y decida no agredir a una persona trans, sentiré que habré ganado a una persona hacia el territorio de la misericordia cristiana (en la que creo con alma y convicción absolutas) y la habré alejado de la posibilidad de agredir a mi propia hija.
Yo hubiese preferido que Pablo siguiese siendo Pablo. No lo voy a negar. No por prurito moral sino porque tengo mucha historia con un él y no con una ella, y ¿por qué no? Porque me da un poco de pena con mis amigos. Así como ella tiene derecho a decirme ‘Papá preferiría que te dirijas a mí en femenino’, yo tengo derecho a que ella sepa eso de mi. Que sepa que me da todavía un poquito de vergüenza cuando me preguntan ¿Cómo está Pablo? Y no sé si decir sólo bien o echar el cuento completo.
Pero desde que me lo dijo, luego de pasar el trago amargo, nuestra relación es más bonita, más cercana. No siento que esto es una prueba (para empezar no creo que Dios nos ‘pruebe’ pero eso es harina de otro artículo) e, irónicamente, siento que el ser tan profundamente católico como soy me preparó muy bien para lo que nos viene a ella, a su Mamá y a mí como padre, madre e hija. Yo no termino de entender bien qué es un transgénero no binario, pero entiendo perfectamente que jamás podría agredir o dejar de amar a alguien por ser distinto. Eso lo aprendí de mi relación con Dios.
Hace poco él me decía: –Una cosa es negarnos la identidad (que ya es un montón) pero ¿pedir que nos maten?– y yo le contesté: –Así fue hace nada con los gays, pero el mundo termina entendiendo. Eso es lo bello de la humanidad, mi amor-. Releo este párrafo mientras corrijo el escrito y noto que lo empecé con él y no con ella. Ella quiere que le diga ella y mis dedos siguen acostumbrados a escribir él. Mi tentación fue corregir, pero también siento que es parte de nuestra historia y lo seguirá siendo por un tiempo. Ambos estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo. Ella y su Papá.
¿Qué su Mamá y su Papá están aterrados? Obvio. Da terror la agresión gratuita, la mirada capciosa, las oportunidades laborales, los aeropuertos con sus policías. Pero Dumel es excepcional y en un momento nos dijo: ya tengo suficiente miedo como para tener que sumar los suyos.
III
Resumido groso modo, una persona trans no binaria es alguien que por una parte no se siente identificada con el género que se le asignó al momento de su nacimiento, y por otra -esto es lo más difícil-, no necesariamente se siente ni hombre ni mujer.
Y esto no tiene nada que ver con sexo. Nuestra obsesión con el sexo es tan profunda y binaria que hasta hace nada si conocíamos una pareja gay nos preguntábamos ‘¿quién será el hombre y quién la mujer?’ en lugar de pensar en su vida intelectual, empática, emocional.
No pretendo que entiendan. Esto no se trata de entender sino de derechos humanos. Del derecho de cualquier persona a tener una vida digna, un trabajo, un techo, a caminar sin miedo, a ir un museo, a tener pareja… una identidad.
Insisto, no pretendo que entiendan. Yo mismo no termino de entender que el mundo no sea binario. Es decir, hombre y mujer con sus respectivas permutaciones. Yo soy absolutamente binario, pero Dumel me explicó algo tremendo: obviamente hay mucha gente que se opera y toma hormonas porque ese cambio de corporalidad son símbolos que necesitan para sentirse de su género, pero también hay muchas personas trans que han terminado por tomar hormonas u operarse porque sienten que la sociedad sólo los aceptaría hombre o mujer. Así sea hombre o mujer “con operación”. La imagen de que alguien que no quería operarse lo hizo (eso es una mutilación) para poder encajar en una sociedad me persigue.
Así que, nos guste o no, hay humanos hombres, humanos mujeres, humanos gays, humanos que nacieron con el genero al revés y humanos que no se sienten ni hombre ni mujer. Humanos. Insistiré hasta el cansancio: humanos.
IV
Siendo honestos cuando veo fotos de Dumel no es ni un macho-macho ni una hembra-hembra. Desde mi visión binaria (voy más allá, para la comunidad trans yo soy un ‘cis’ porque me identifico con el género que me fue asignado al nacimiento) me cuesta entender a este ‘hombre disfrazado de mujer’, pero tengo suficiente millaje en la vida para entender que ni es la única, ni le está haciendo daño a nadie con ello. Todo lo contrario.
Probablemente me pide que le diga ella porque claramente no se siente un él… y porque en español no tenemos un pronombre para ese caso.
Todos los años el diccionario de habla inglesa Merriam-Webster elige las palabras de uso cotidiano que la población incorpora (antes de Gutenberg nadie decía ‘imprimir’ porque no se había inventado la imprenta, por ejemplo) y este año 2019 la palabra del año fue ‘THEY’. En inglés, al igual que en el español, no existe neutralidad de género en palabras como todos/todas o algunos/algunas. Tampoco existen pronombres singulares sin género (es she/he en inglés o él/ella en español)… pero el ‘ellos/ellas’ del español sí es neutro en inglés y se escribe THEY. Es decir, si traducimos al inglés ellos o ellas, en ambos casos la palabra es They. Esa es la razón por la que They se ha adoptado para referirse en inglés a quien se identifica como no binario. Así que a falta de un they en español, es natural que Dumel me pida que me dirija a ella en femenino… o al menos así lo sentía yo hasta que Dumel leyó lo que acabo de escribir. Copio textualmente algo que me escribió al respecto cuando leyó el párrafo anterior:
‘Pues tenemos el uso de la <e> o la <x> que muchas personas no binarias lo ocupan. No invisibilices esto que por más que no está aceptado por la gran mayoría de las instituciones es algo que se está dando popularmente (y es ahí donde se transforman los idiomas en realidad). Yo prefiero el femenino porque me cuesta usar el neutro y no me termino de sentir cómoda y porque me siento bastante dentro del espectro de la femeneidad’.
Los trans no binarios estaban encerrados en el clóset. Como tantos otros antes en la historia de la humanidad. Escondidos como alguna vez lo estuvo cualquiera que pensara o sintiera distinto en cualquier circunstancia. Estar encerrado en el clóset es estar sometido o sometida a humillaciones abyectas, a guetos. A escaleras para subir que no tienen los peldaños.
Las estadísticas asociadas a la comunidad trans son un espanto. Las ONG manejan los 35 años como cifra de expectativa de vida y recientemente CNN decía en una noticia que 12% de las personas trans son agredidas en el mismo trabajo. En particular ese miedo no lo tengo porque Dumel no viene de un gueto y obviamente posee recursos emocionales y una familia que lo apoya, lo que obviamente no es el caso de quienes han sido expulsados y expulsadas de su casa a la mala para que tengan que sobrevivir como puedan.
Esa realidad del gueto mi hija la tiene clara. Está por ir a Europa a especializase en sus estudios de agricultura y me comentó que en algún momento le gustaría crear una empresa de paisajismo urbano que forme y contrate trans. Su idea es empática y es muy inteligente por pragmática. Son esos pequeños pasos los que construyen sociedades que, aunque no se toleren, aprendan a dialogar.
Hasta hace poco decíamos ‘tengo un amigo negro pero es inteligente’. Hasta hace poco decíamos ‘tengo un amigo gay pero es chévere’. A mi Dumel le tocará vivir eso una y mil veces. La gente dirá cosas como ‘Sumito tiene un hijo que ahora es una vaina rara trans pero es inteligente’. A Dumel le tocará equilibrar sus búsquedas con las de su padre católico que pertenece a una iglesia que lucha contra lo que califica de ideología de género, pero de algo estoy seguro: Dumel podrá con eso y no habrá un día que no sea parte del bien común.
Y sí Dumel, mi amor, tu Padre al hacer público este escrito tiene miedo como también lo debes haber tenido tú cuando saliste del clóset. Pero debes tenerme paciencia. Tu padre tiene miedo. Es natural«.
* NOTA: Este escrito fue ampliamente discutido entre Dumel, su Mamá y su Papá. Los tres acordamos que se publicara. Más allá de la intención confesional y de búsqueda de sensibilización ante un escenario complejo, publicarlo es una decisión muy meditada.
Nixon Ortiz, presidente de la fundación Arco Iris, lucha por el reconocimiento de las personas LGBT en Tumaco, una región donde agredirlas se volvió una demostración de poder.
Cuando tenía 13 años, Nixon Ortiz se despidió de su abuela para irse a vivir con su novio a ‘El Infiernito’, la zona de tolerancia del municipio de Tumaco. Estaba enamorado y listo para aceptar en público su homosexualidad, pero en su cabeza lo asaltaba, día y noche, el mismo pensamiento: “Yo soy marica, negro y pobre, ¿qué futuro me puede esperar?”.
Era 1982 y la sociedad de Tumaco rechazaba a los homosexuales, los perseguía o los obligaba a vivir como parias, arrinconados en ambientes marginales de alcoholismo y drogadicción. Nixon, quien pasó allí su adolescencia, asegura que de no ser por los valores que le inculcó María Ocampo, su abuela, habría terminado en ‘El Infiernito’ toda la vida.
María, mientras hacía sus quehaceres, sin quitar los ojos del fogón o de la escoba, solía decirle a su nieto: “Yo sé que usted es raro, pero eso no importa. Siga adelante. Estudie”. A los 13 años, en vez de estudiar, Nixon trabajaba como empleado doméstico. Barría, trapeaba, cocinaba y, sobre todo, lavaba ropa por montones: la de los Polo, los Jiménez, los Zambrano. Cada día restregaba y enjuagaba hasta once docenas: unas 130 prendas.
Ganaba $1.500 mensuales, y si bien agradecía el trabajo, quería algo más para su vida y lo encontró en la danza. “Me uní a un grupo llamado Escuela Tumaco –cuenta– y fue una revelación. Me di cuenta de que en las artes no cuestionan tu sexualidad. Eres libre. Una persona más”. Nixon pasó por varios grupos folclóricos y descubrió que lo suyo era el currulao, los torbellinos, el patacoré y otros ritmos ancestrales del Pacífico.
Y nunca olvidó el consejo de su abuela. A los 25 años se hizo bachiller, luego se graduó como normalista, estudió un pregrado en etnoeducación y una maestría en liderazgo y gestión escolar en Chile.
Hoy, a los 50 años, Nixon preside la Fundación Arco Iris, que creó con varios compañeros hace siete años para ayudar a la comunidad LGBT de Tumaco. La sede, una casa blanca del barrio Nueva Independencia, es un lugar que acoge, acompaña y apoya a la población LGBT del municipio.
El trabajo más desafiante ha sido luchar por que se reconozcan los crímenes contra la población LGBT en la región. “Este es un pueblo azotado por la violencia. Y en esa violencia, los grupos LGBT han sido víctimas de todo tipo de crímenes: desplazamiento, persecución, asesinatos. Pero esos crímenes se han infravalorado. Muchos ni siquiera se han registrado. Estamos empeñados en que se reconozcan y salgan a la luz. Que se sepa la verdad. Pedimos verdad”.
Defender los derechos de una minoría vulnerable, en un municipio cuya tasa de homicidios es cuatro veces mayor que la tasa nacional, supone un riesgo latente. En 2017, a Carlos Arturo Paneso, uno de los activistas de la fundación Arco Iris, lo mataron cuando salía de su casa. El propio Nixon arriesga su vida en un municipio donde 15 líderes sociales han sido asesinados desde 2018.
Uno de los casos más crueles contra la población gay ocurrió en mayo de 2017, cuando Alexis Guiño fue torturado, empalado y apuñalado hasta la muerte en la vereda Piñal.
La violencia contra las personas LGBT no responde al azar sino a dinámicas sociales del país, en las que la discriminación no se concibe como un delito grave. Esta población ha sido amenazada, hostigada, violada, asesinada.
La fundación Arco Iris ha recopilado los delitos contra la población gay para llevarlos a la justicia. Su trabajo no ha sido en vano, en gran parte gracias a la fundación Caribe Afirmativo y a Colombia Diversa.
Entre ambas fundaciones entregaron dos informes a la JEP, uno de Antioquia y otro de Tumaco, que documentan los casos de violencia contra la población LGBT en el conflicto armado. Es un hecho histórico, pues por primera vez en la historia mundial se presentó el crimen de persecución contra personas LGBT ante un tribunal de justicia transicional.
En Tumaco, Colombia Diversa presentó un informe de 8 casos, 7 cometidos por las Farc y uno con autor no identificado. Según Daniela Díaz, abogada de la organización, en el municipio se hizo un ejercicio de identificación de patrones de violencia contra personas LGBT. Para calificar estos patrones, se propuso el crimen internacional de persecución, reconocido como de lesa humanidad por el Tribunal de Roma.
“Discriminar –dice Daniela– puede alcanzar los niveles de un crimen internacional. Por eso existe el crimen de persecución desde el tribunal de Núremberg, que juzgó a los peores criminales de la Segunda Guerra, particularmente de los países del eje”.
De acuerdo con los expedientes presentados a la JEP, en Tumaco la violencia contra las personas LGBT por parte de las Farc fue una demostración de poder y una forma hacerse valer en el territorio.
Allí, el grupo guerrillero tenía dos modus operandi. El primero era engañar a varias personas para que se alejaran de la cabecera municipal. Luego, en zona rural, los violentaban de diversas formas: desnudez forzada, acceso carnal violento, golpizas, entre otras.
El segundo modus operandi era el desplazamiento circular, en el que las víctimas eran golpeadas, insultadas, ultrajadas y obligadas a salir del territorio. Tiempo después, cuando regresaban, la historia se repetía. “Ese desplazamiento circular niega por completo la posibilidad de tener un proyecto de vida”, dice Daniela.
La JEP tiene identificados mandos bajos, medios y altos de la guerrilla, y estaría llamada a entregar esa información a los abogados de las Farc para que lo desmovilizados la procesen y, una vez den de sus versiones voluntarias, se refieran a los informes.
Hoy, contar en pasado lo que sucede en Tumaco sería mentir. La violencia continúa. En la región que antes ocupaban el Frente 29 y la columna móvil Daniel Aldana, operan unos 17 grupos armados.
Para Nixon, el miedo es latente, pero no más fuerte que su convicción. Mañana saldrá de nuevo a la calle, con su camiseta amarilla decorada con un Arco Iris bajo el cual se lee, en letras tejidas en hilo negro, muy visibles, la sigla LGBT.
Una noche de febrero de 2008, Luis Alberto Rojas Marín dice que su vida cambió para siempre.
A los 26 años de edad, este hombre gay peruano fue arrestado por agentes de la policía mientras regresaba a casa poco después de la medianoche. Durante las seis horas estuvo bajo custodia policial, dice, fue desvestido, violado con un bastón y abusado verbalmente por agentes de policía antes de ser soltado.
Todo esto, dice, por su sexualidad.
Las autoridades peruanas investigaron el incidente e informaron que Marín fue detenido luego de que vecinos informaran de personas desconocidas en las inmediaciones de la carretera. Las autoridades también informaron a la Organización de Estados Americanos (OEA), que ha estado investigando las acusaciones, que habían realizado una investigación exhaustiva y no encontraron indicación alguna de los actos descritos por Marín.
En los nueve años desde ese entonces, Marin se ha quejado, pero pocos han escuchado. Después de varios intentos fallidos para que su caso sea oído en Perú, Marin lo llevó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, que monitorea y protege los derechos humanos en las Américas. La comisión escuchó su caso el 1 de diciembre.
Marin dice que espera tener una respuesta pronto – no está claro cuando la comisión emitirá su fallo – pero lo que realmente quiere es justicia para cualquier otra persona que pueda haber sido violada o torturada por su sexualidad.
“Me hubiera gustado poder haber pasado la página con este tema, y poner esto detrás de mí, pero estoy mostrando mi cara para todos (los que han sido víctimas)”, dice. “No estoy haciendo esto por mí, estoy haciendo esto porque soy un ser humano que suplica y pide justicia para todas las personas que han sido víctimas y cualquier persona que podría haber muerto”.
Su caso no es aislado. Casi 600 personas murieron a lo largo de América Latina por la violencia contra la población LGBT entre enero de 2013 y marzo de 2014, según un informe de la CIDH de 2015.
El informe de la CIDH y otros informes de la región muestran que la violencia contra las personas LGBT es cada vez más extrema. A menudo son apedreados, torturados y violados antes de ser asesinados, y los crímenes suelen quedar impunes.
Muchas veces, los crímenes contra la población LGBT no son reportados por miedo a las represalias y el escepticismo del sistema de justicia.
Violencia a pesar de las leyes progresistas de protección a la comunidad LGBT
América Latina ofrece una narrativa contradictoria: la región tiene las tasas más altas de violencia contra la comunidad LGBT, según una investigación realizada por Transgender Europe, una organización no gubernamental, pero también tiene algunas de las leyes más progresistas para la igualdad y la protección LGBT.
Mientras que muchos derechos LGBT en los Estados Unidos están enredados en disputas legales en estados individuales, en América Latina, las leyes sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción, el cambio de género en las tarjetas nacionales de identidad y las leyes contra la discriminación entraron en vigor en la década pasada, muchos de ellos antes de que la Corte Suprema de Estados Unidos legalizara el matrimonio entre personas del mismo sexo.
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, prometió recientemente seguir impulsando una ley que permita matrimonios entre personas del mismo sexo. La ley chilena ya permite a las parejas del mismo sexo entrar en uniones civiles y las leyes del crimen de odio del país incluyen protección por orientación sexual.
Sin embargo, los jóvenes LGBT en Chile dicen que todavía tienen miedo.
Sebastián Urrutia Lutz, un hombre gay, fue atacado en 2012 por un grupo de hombres mientras salía de una fiesta en un barrio gay de Santiago. Sebastián dice que había testigos allí mientras él era salvajemente golpeado en la calle. Le dice a CNN que nadie ha sido procesado por los eventos de esa noche.
Después de su ataque -y después de ver la ola de violencia anti-LGBT que se está extendiendo en la región- Lutz dice que no se siente seguro en absoluto.
“He escuchado historias de otras personas que han muerto, y amigos que me dicen que otros han sido golpeados por otras pandillas”, dice. “Es frustrante oír esto todos los días y que nadie haga nada al respecto”.
Y agrega: “Vivimos aquí, así que tenemos que lidiar con ello, pero es desgarrador”.
Lutz argumenta que mientras más personas LGBT han estado revelando públicamente su sexualidad en Chile, parte de la violencia es una reacción negativa a la aceptación creciente de la sociedad de la comunidad LGBT.
“Eso ha hecho que mucha gente que no le gusta (la gente LGBT) se sienta más frustrada porque nuestra sociedad nos acepta y nos considera personas normales”, dice. “Ellos están muy enfadados y quieren expresar eso”.
Hoy en día, el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia y en varios estados mexicanos, además de la Ciudad de México. El presidente mexicano Enrique Peña Nieto firmó una medida propuesta en 2016 para hacerla legal en todo el país, pero la comisión parlamentaria que se ocupa de cambios en la constitución votó a favor de derribar la propuesta de Peña Nieto.
Chile y Ecuador permiten las uniones civiles entre personas del mismo sexo.
Catorce países latinoamericanos también han aprobado leyes que prohíben la discriminación en el lugar de trabajo basada en la orientación sexual. Muchos países como Argentina, Brasil, Colombia y Uruguay ahora permiten que las parejas del mismo sexo adopten.
En Bolivia, se permite a las personas transgénero y transexuales cambiar sus tarjetas de identificación nacional, pero el país -junto con Paraguay– ha instituido una prohibición constitucional a los matrimonios entre personas del mismo sexo.
El progreso en la aceptación LGBT
Para Javier Corrales, profesor de ciencias políticas en el Amherst College, hay tendencias positivas en la región. Pero dice que es difícil saber si la violencia está aumentando o si las víctimas ahora están más cómodas hablando en contra de sus agresores.
“Hace quince años, hace 20 años, la región probablemente parecía un poco desesperanzada – y aún así hemos visto progresos, por lo que uno podría sacar lecciones de eso”, dice.
Corrales agrega que una de las lecciones más importantes de la región “es que en América Latina, los movimientos LGBT pudieron conectarse con los defensores de los derechos humanos, y esa alianza resultó muy fructífera”.
Luis Larraín, presidente del grupo chileno LGBT iguales, dice que su país puede no ser tan avanzado como otros en América Latina, pero ha avanzado.
“En los últimos años ha habido un cambio muy notable por parte del pueblo, con su apoyo, y en el plano político, con un gobierno que ha aprobado las uniones civiles”, dice.
Por otra parte, Venezuela encabeza la lista de la falta de derechos para las parejas del mismo sexo o miembros del grupo LGBT, dice Omar Encarnación, politólogo del New York’s Bard College y autor de Out in the Periphery: Latin America’s Gay Rights Revolution (La Revolución Latinoamericana de los Derechos Gay).
El gobierno tradicionalmente izquierdista no ha hecho casi ningún progreso significativo en el reconocimiento o protección de miembros de la comunidad LGBT. La situación “desestima esta idea que cuanto más hacia la izquierda estés, es más probable seas favorable a la comunidad gay”, dice Encarnación.
Las parejas del mismo sexo no tienen protección o derechos bajo la ley venezolana, y actualmente no hay mecanismos para que una persona transgénero o transexual cambie su nombre y género en sus documentos legales.
Un informe de 2015 elaborado por asociaciones venezolanas LGBT para las Naciones Unidas dijo que los miembros de la comunidad “viven constantemente situaciones de discriminación” y que la falta de protección para los ciudadanos LGBT “los hace ciudadanos indefensos en un ambiente de crecimiento alarmante de homofobia y transfobia”.
En diciembre de 2016, Isabella Saturno y su pareja fueron reprendidas en un restaurante de Tony Roma en Caracas por ser “demasiado cariñosas”.
“El gerente nos trajo la cuenta y nos pidió que no fuéramos tan cariñosas, mi pareja y yo nos comportamos como una pareja normal, un abrazo o un pequeño beso, un nivel normal de afecto de una pareja enamorada”, dice Saturno.
Su experiencia provocó protestas y Tony Roma’s respondió diciendo que el tipo de acciones que llevaron al incidente “son inapropiadas en lugares públicos y van en contra de la moral y el respeto hacia los demás”. Añadieron que el restaurante “orgullosamente sirve a personas de todas las razas, religiones y preferencias sexuales”.
“Venezuela desafortunadamente está en el último lugar de América Latina”, dice Ana Margarita Rojas, quien trabaja para una organización LGBT en Venezuela. “La situación es muy mala, estamos siempre en el limbo”.
El grupo de Rojas, Reflejos de Venezuela, pretende cambiarlo educando y creando un censo de personas LGBT que viven en Venezuela. Ella dice que espera que sus esfuerzos ayuden a cambiar las percepciones de la gente.
A pesar de todo el marketing y el esfuerzo que su organización y otros en toda Venezuela han puesto en los últimos años, tienen muy poco que mostrar, le dice a CNN.
“Mi pareja y yo somos una pareja de lesbianas con un niño en busca de reconocimiento”, explica, agregando que hay muy pocas parejas que se dan a conocer porque temen represalias contra ellos o sus hijos.
Raíces culturales y religiosas
Las iglesias católica y evangélica también juegan un papel importante en la formación de la opinión social y política en la región.
“Si nos fijamos en la religión como variable, lo que encontramos es que cuanto más católico sea el país, más probabilidades habrán de aceptar la homosexualidad y viceversa”, dice Encarnación.
“Cuanto más protestantes son, menos probabilidades tienen de aceptar esto y menos probabilidades tienen de tener una legislación activa sobre los derechos de los homosexuales”, añade.
Encarnación añade que las personas LGBT que viven en países dominados por iglesias evangélicas tienden a ser las que tienen más dificultades.
Las iglesias católica y evangélica tienen puntos de vista similares sobre la homosexualidad, aunque hay diferencias notables.
Aunque ambos se oponen a la homosexualidad, “el clero católico tiende a ser menos opuesto a los estatutos contra la discriminación que el clero evangélico”, explica Corrales.
“A veces, el clero católico se ha pronunciado a favor de las uniones civiles mientras todavía se oponen al matrimonio homosexual”, añade.
Crissthian Manuel Olivera Fuentes, que trabaja para MHOL, el Movimiento Homosexual de Lima, dice que algunos sacerdotes evangélicos en el Perú han salido con fuerza en los últimos meses predicando que la homosexualidad es una enfermedad que se puede curar.
Los activistas que hablaron con CNN dicen que los jóvenes LGBT latinoamericanos también continúan luchando con una cultura de “machismo” y sexismo. Los niños y los hombres son empujados a ser viriles y tienen un orgullo masculino exagerado. Las mujeres son empujadas a ser sumisas a sus maridos y actúan muy femeninas.
Perspectivas regionales: todavía hay trabajo por hacer
Según los analistas, el panorama conjunto en América Latina es alentador, pero todavía hay mucho de qué preocuparse.
Marin dice que independientemente del resultado de su caso en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, nunca dejará de pelear.
“Todos debemos ser tratados por igual”, dice.
Los activistas con los que CNN habló dicen que les gustaría ver más reconocimiento de las parejas del mismo sexo, así como la legalización del matrimonio a través del continente. También les gustaría ver menos impunidad por los crímenes contra las personas LGBT y un acceso más amplio a la atención de la salud y el asesoramiento para los miembros de la población LGBT.
En la región, la opinión pública parece estar cambiando hacia la tolerancia. Una encuesta realizada por ILGA mostró que el 81% de las personas en las Américas no tienen preocupación por la sexualidad de sus vecinos.
El salón de belleza de Bebo Haider es pequeño, luminoso y está decorado con tres grandes fotografías, las de modelos transgénero que se convirtieron en sus clientes, porque el salón Karachi es uno de los pocos en Pakistán que los atiende sin juzgarlos.
Tarawah, en un barrio de clase media de la extensa ciudad portuaria del sur del país, es propiedad de Haider, una transgénero que llegó a Karachi en 2003 desde un pequeño pueblo rural en la provincia sureña de Sindh con el sueño de convertirse en una esteticista.
No fue fácil. Incluso cuando la dueña de un salón en un elegante barrio de Karachi decidió arriesgarse con ella, los clientes rechazaron sus servicios o no le devolvieron el salud, según contó a la AFP.
Dijo que pasaron dos años hasta que un cliente habitual del salón finalmente le devolvió el saludo, pero el deshielo, al menos para ese cliente, estaba completo.
«Después de ese día no se peinaría ni maquillaría con nadie más que yo en el salón», dijo Haider a la AFP sin esconder su orgullo, sentada en su sillón de peluquería. «Los buenos modales te dan el mundo», comentó.
Las personas transgénero -conocidas en Pakistán como «khawajasiras» -un término general que denota un tercer sexo que incluye transexuales, travestis y eunucos- han luchado por sus derechos en el país profundamente patriarcal y conservador durante mucho tiempo.
Organizadas y políticamente activas, en muchos aspectos estas personas han logrado avances impresionantes.
En 2009, Pakistán se convirtió en uno de los primeros países del mundo en reconocer legalmente a un tercer sexo.
El año pasado, el parlamento de Pakistán aprobó una histórica ley que otorga a las personas transgénero el derecho a determinar su propia identidad de género en todos los documentos oficiales, incluida la elección de una combinación de ambos sexos.
Un canal de televisión pakistaní puso en el aire el primer presentador de noticias transgénero del país en 2018, y varios también se han presentado como candidatos en elecciones.
Pero, a pesar de estos avances, muchos todavía viven diariamente como parias, a menudo reducidos a la mendicidad y la prostitución, sometidos a extorsión y discriminación o víctimas de violencia.
Haider tuvo que luchar duro para evitar ese destino. Una vez que se afianzó con su primer trabajo, comenzó a crecer políticamente y se tornó activista, uniéndose a organizaciones de derechos transgénero y, finalmente, convirtiéndose en la presidenta de Sabrang, un grupo comunitario.
Cuando una organización holandesa dijo que quería financiar un proyecto para empoderar a la comunidad transgénero, ella y un socio aprovecharon la oportunidad de abrir su propio salón, que, dicen, es el primer salón de belleza de propiedad y gestión transgénero en Pakistán.
«Nunca miré hacia atrás», dijo Haider a la AFP.
– Un símbolo –
Los transgénero a menudo son juzgados, acosados o incluso se les niega la entrada en otros salones, dijeron ella y sus clientes a AFP.
«Cuando nos sentábamos junto a las damas en el salón, se sentían nerviosas, confundidas e incluso sentían repulsión de nosotras. (Pero) también somos seres humanos», dijo Mahi Doll, una cliente de Tarawah de 21 años.
El salón de Haider, dice Doll, es más que un espacio seguro para que sus clientes se arreglen y peinen. «Este es un símbolo de empoderamiento transgénero», dijo a AFP.
El salón está localizado en el interior de un mercado muy popular, rodeado de supermercados y tiendas de leche. Cuando Haider abrió el negocio, dijo, los vecinos eran tan hostiles que sintió miedo.
«Cuando llegué a la tienda, lucía un aspecto duro para que la gente no se atreviera a meterse conmigo», recordó.
Le advirtió a sus clientes que se vistieran de manera conservadora y desplegó la estrategia que había funcionado tan bien antes: buenos modales.
Y todo funcionó bien.
«Cada vez que ella nos ve, nos saluda con buen corazón y trata a todos muy amablemente», dijo Mohammad Akram, de 40 años y dueño de una tienda de leche al lado del salón.
«No nos interesa cuál es su género», agregó.
– «¿Me veo bien?» –
Muchas personas transgénero actualmente en Pakistán afirman ser herederos culturales de los eunucos que prosperaron en las cortes de los emperadores mongoles que gobernaron el subcontinente indio durante dos siglos, hasta que los británicos llegaron en el siglo XIX y los prohibieron.
Ahora, según varios estudios, las personas que se identifican como transgénero suman al menos medio millón en Pakistán, posiblemente hasta dos millones, de acuerdo TransAction, una organización de defensa de sus derechos.
Haider y otros activistas que la ayudan tiene la esperanza de que el salón sea apenas el primer paso en el camino hacia el empoderamiento económico de su comunidad.
«La conciencia ha comenzado a extenderse ahora de que podemos hacer trabajos (respetables) también», dijo Haider, para quien iniciativas como su salón como una «forma práctica» de normalizar a las personas transgénero en Pakistán.
Durante la visita de AFP a Tarawah, la clienta Mahi Doll se sentó en una silla reclinable negra para un tratamiento de lavado y corte del cabello, y luego una manicura.
Seguidamente, Haider inició el proceso de maquillar a Doll, aplicando cuidadosamente el delineador. «El maquillaje de ojos es la esencia», explicó.
Después de terminar los ojos de Doll, Haider se volvió hacia su propio reflejo en el espejo. «¿Me veo bien?», dijo suavemente, casi como para sí misma. «Soy hermosa. ¿No lo soy?»